Anoche, aburrida sin sueño ni nada que hacer, me puse a mirar los estados de los contactos del WhatsApp. Unos tenían chistes, otros frases de ánimo, cosas que les gustaban... y encontré uno, de una gran amiga que no había leído y decía: Levántate cada mañana de forma que cuando pongas los pies en el suelo, hasta el mismo demonio diga: ¡¡Mierda, esta cabrona ya se despertó!!
Al principio me hizo gracia, pero después pensé, ¿y por qué no? Por el camino que voy, me pasaré la vida de niña buena y mujer modelo sin decir lo que pienso y resentida de hacer lo que me dé la gana por si a los demás les molesta, y todo ello ¿de qué sirve? Hasta ahora, todo lo que he intentado conseguir es que los demás dejen de quejarse de mí y yo sigo sin hacer lo que quiero y sin estar a gusto conmigo misma.
Definitivamente, portarse mal es mucho más divertido, siempre lo ha sido. Ignorar a todo aquel que no importe lo suficiente o que no se lo merezca, o incluso, aquel que se convierta en un obstáculo. La felicidad no se consigue haciendo lo que todo el mundo dice que hay que hacer, sino estando completamente a gusto consigo mismo y para ello, hay que encontrarse, y el camino correcto es a donde te lleven las pequeñas cosas que te hacen sentir bien.
En definitiva, lo correcto será lo que tú decidas que sea lo correcto, sea de la forma que sea y haciendo lo que te dé la gana. En mi caso, eso implica no cohibirme por nada ni nadie en ningún aspecto, y hacer lo que me plazca cuando me plazca, decir las cosas que me vengan a la cabeza, le valla o no a molestar al de en frente, y no aguantar tonterías de nadie.
A la mierda las alitas de ángel, no se compensa ni merece la pena tanto esfuerzo por llevarlas puestas.