Una vida con nadie con quien compartirla no merece la pena vivirla

La mente

Un día tonto lo tiene cualquiera, y por suerte no dura más de 24h. Pero cuando el día tonto viene dado a causa de los propios pensamientos de uno mismo, porque nadie le ha hecho nada directamente, entonces vienen los problemas.

El miércoles pasado asistí a un recital de poesía, y me hizo recordar el tiempo en el que yo escribía poemas a cada rato y mis pensamientos sonaban rimando con pareados, metáforas y siempre una medida métrica regular que me salía de lo más natural. Recordando todo esto, me ha apetecido intentar si puedo seguir improvisando como lo hacía... ahí va, y va en prosa

Es difícil entender que cada persona es diferente, es difícil comprender que hay quien controla lo que siente. La propia mente miente, confunde y la arma. Hace al corazón llorar, lo hunde y lo carga. 

A kilómetros de tí me sorprendo dentro de mi seno junto a ella, imaginando lo peor de una noche de tormenta, intentando hacer lo posible para seguir contenta, inventando la manera de permanecer serena, pero el sentimiento entra irrumpiendo en mi pecho con cada palabra externa, a la mía, a la tuya.

No alcanzo a etender como nos atrae otra especie, nos creí pájaros de una sola canción que vuelan libres, pero juntos, pero solos. Y dos más quieren entrar y yo no los quiero dejar, y no los dejaré, pero por mi parte lo puedo controlar, por la tuya sólo me queda confiar.

En ese momento llega la mente, fría y seductora, y me ataca por las noches, me acaricia durante las mañanas y no me deja ser durante el día... seductora... sabe susurrar al oído y hacerse escuchar, sabe molestar al olvido y hacerle marchar, sabe llamar al recuerdo y hacerle gritar... y en ese momento llega la mente, calculadora, seductora, haciéndote creer lo que ella quiera, haciéndote ver lo que ella quiera, haciéndote ser lo que ella quiera...

Pierdes el control de tus actos y, finalmente, ella consigue que mueras.

Cada uno es lo que quiere ser